Cuando eres un niño sólo piensas en crecer y, cuando creces, sólo piensas en parar de crecer.
Ya cuando era niña era una solitaria empedernida (menos que hoy y más que mañana) y mis padre se preocupaban mucho por eso y en secreto se aliviaban porque nunca hubo el problema de fulanito que se peleaba por que yo no quería jugar a tal cosa o que alguien me quitaba un juguete... la raza humana para mi era (y a veces creo que es) un mundo a parte. Para compensar cualquier daño que eso pudiera causar me regalaron un cuarto que eventualmente yo llené con juguetes. Era tan feliz ahí, tenía miles de amigos que yo misma creaba y podía ser cualquier cosa que yo quisiera.
Eventualmente pasaba menos tiempo en mi cuarto de juguetes y más en el mundo real... entonces comencé a escribir, no necesitaba conectarme con el mundo real sino con mi mundo, el que yo había creado. Por eso escribo y trato de ser yo en cada letra que sale de mi mano... Últimamente, sin embargo, he notado una reticencia mía a hablar de mi con sinceridad... a hablar de mi directamente, siempre hay algo que hacer, algo en que pensar...
Después de enfrentarme a mí misma, la verdad es que no paso el mejor momento de todos, perdí a mi mejor amiga hace poco, literalmente se fue de este mundo y desde entonces estoy en stanby, viendo como el mundo sigue y quien fui se queda atrás y quien ahora soy no reconozco.
Sé que entre mis pesadillas me seguiré perdiendo pero entre mis letras me volveré a encontrar a mi y el camino que ahora tengo que seguir.
El mundo sigue girando y cayéndose, pero yo sigo viviendo en mi cuarto de juguetes, en mi mundo; aunque a veces ese mundo se ve perdido aparece siempre que miro en el espejo y así es como debe ser.