Y
recordaba siempre un apocalíptico desplante de Salomón Toledano,
que, un día, en la sala de intérpretes
de la Unesco, nos interpeló así:
«Si, de repente, nos sentimos morir y
nos preguntamos: ¿Qué huella dejaremos
de nuestro paso por esta perrera?,
la respuesta honrada sería: Ninguna,
no hemos hecho nada, salvo hablar
por otros. ¿Qué significa, si no, haber
traducido millones de palabras de las
que no recordarnos una sola, porque ninguna merecía ser
recordada?»
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