Con la piel hueca y
vacía y si un gramo de grasa el niño momia yacíasilencioso en su
carcaza."Deje, doctor, sus prebendas y diga por qué en un día se
volvió nuestra alegría un amasijo de vendas" El doctor dió su
opinión: "La desventura de su hijo tiene por nombre -les
dijo-"maldición del faraón."Esa noche, en pura lógica,dicutieron el
asunto: "Es nuestro niño trasunto de una excursión
arqueológica." Buscaron una razón más complicada y
científica, pero al fin ganó la mística: "Es una
reencarnación." Dos veces logró jugar con los niños del
lugar... Al juego del sacrificio arcaico de las doncellas.Mas huyeron
todas ellas reprochándole ese vicio. Solitario y rechazado el
chico momia lloró y luego se dirigió a la alacena,
encantado. Las vendas se arremangó y secándose las cuencasde los ojos
se sirvió en un bol de figuritas dos plátanos de unas
pencas y hojas de tanino fritas. Un día en que se encontróperdido en
una honda niebla entre su espesa tiniebla un perro momia se halló. Para
esta mascota fiera en regalos no fue exiguo: le construyó una
perrera al estilo egipcio antiguo. Una tarde en que llevó a su
mascota a pasear, de lejos pudo notaralgo que le sorprendió: En el
parque no había un alma, excepto por una ardilla y el grupo de
una chiquilla que desgarraba la calma. Su cumpleaños
celebraban al estilo mexicano cuando un muchacho entrevió en el
prado más cercano algo que le pareciójusto aquello que
buscaban. "¡Una piñata! -gritó-. ¡Y de las meras
genuinas! seguro alguien la llenó de dulces y golocinas"Le
dieron con tabla gruesa hasta ver que el craneo abierto no tenía ni
una sorpresa. El chico momia había muerto. De entre todos los
andrajos que en el césped esparcieron sólo vieron que
salieron dos o tres escarabajos
-Tim Burton-

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