La realidad era esa… esa línea invisible que separaba esta
realidad de mi realidad. Esa línea que día tras día cruzaba una y otra vez sin
darme cuenta, y que ahora aparecía ante mí gracias a esa mezcla de pensamientos
y sentimientos, que existían en ningún lado de la línea sido en ambos, que no lograban convertirse en recuerdos pero
se negaban a desaparecer, que yo me negaba a mirar de frente, y que se negaban
a desaparecer. Aparecían una y otra vez como fantasmas… fantasmas con tu
rostro.
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