Se fue no de la manera en que llego, porque llego
sutilmentente golpeando las puertas con calma con paciencia, abriendo una a una
las ventanas para que entre el sol y sacudiendo poco a poco el polvo… llego y
sin saber cuándo ya había abrillantado los pisos y cambiado los focos, había
lavado los muebles y cambiado de sitio todas las cosas. Todo sin siquiera
hacerse sentir.
Pero el día que se fue lo hizo sacudiendo paredes y techos,
dejando grietas y rompiendo tejas… no dejó un vidrio en pie, arrancó el piso y
dejo apenas unas cuantas paredes en pie.
Su partida si se sintió… muy profundo justo ahí donde dicen
que está el corazón.