Los números primos sólo son
exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales y están, como todos los demás,
emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son
números solitarios, sospechosos...
En primer curso de la universidad
había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que
los matemáticos llaman primos gemelos: son
parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos
siempre hay un número par que les impide ir realmente unidos, como
el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43. Si se tiene paciencia y se sigue
contando, se descubre que dichas parejas aparecen cada vez
con menos frecuencia. Lo que encontramos son números primos aislados, como
perdidos en ese espacio silencioso y rítmico
hecho de cifras, y uno tiene la angustiosa sensación de que las parejas
halladas anteriormente no son sino hechos fortuitos, y que el
verdadero destino de los números primos es quedarse solos. Pero cuando, ya
cansados de contar, nos disponemos a dejarlo, topamos de
pronto con otros dos gemelos estrechamente unidos. Es convencimiento general
entre los matemáticos que, por muy atrás que quede la
última pareja, siempre acabará apareciendo otra, aunque hasta ese momento nadie
pueda predecir dónde.
PD: Si, me demoré demasiado acabando este libro pero fueron causas personalas (aka la universidad), en fin, como siempre digo: la mejor crítica que uno puede dar de un libro es decir si se debe o no leer el maldito libro... pues yo digo que vayan y lean este maldito libro ya!!!! :D