“Posiblemente me quisiera, vaya uno a
saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme.” -Mario Benedetti-
Yo lo quería, creo, a veces lo hacía
otras no.
Lo cierto es que me daba miedo
tenerlo a mi lado y me daba terror perderle.
Sabía que no me convenía pero tampoco quería verle arruinando la vida de
alguien más. No lo quería en mi cama
pero tampoco lo quería fuera.
Él era eso, un círculo continuo de
malas decisiones y de la imposibilidad de tomar decisiones. No me buscaba y yo tampoco, pero a veces nos buscábamos
o coincidíamos, era imposible no coincidir en ese círculo.
En las noches de frío no lo
extrañaba, pero la piel se me erizaba recordándolo. Me era imposible recordar su aroma, pero no
podía dormir si no era en la almohada que lo conservaba.
No lo quería, pero como me gustaba la
idea de quererle.
Fue una noche de lluvia, como tantas
otras, cuando decimos decirnos adiós. Pero no lo hicimos.
Él se fue, yo me fui. Pero queriendo
(o tal vez no) lo guarde en mi maleta de viaje, a veces lo escuchaba respirar o
recitar las mismas mentiras de siempre, pero nunca le respondía ni lo callaba,
yo solo esperaba… esperaba el día en que decidiera morirse del todo… aunque no
quería.
