Cuando el reloj marcaba lentamente la hora de apagar las luces, se dirigía mecánicamente al botiquín, el pequeño frasco de cristal le sonreía y a veces el le devolvía la sonrisa. Su medico había dicho que dos pastillas eran suficientes y no había motivo para contradecirlo, verdad?
Desconoce el mundo que deja mientras cierra los ojos y los abre en el mundo que entiende, se encuentra en su cama pero sabe que no es su cama, la escalera solo le lleva a puertas que no abren, el sol no alumbra y la noche no asusta.
Se encuentra recostado en una niebla caliente que lo eleva, mientras se embriaga con los colores que bailan en en su cielo. Y despacio empieza a caer, lentamente y sin prisa..
No hay ruido ni voces no hay nada mas que un susurro que lo embriaga más y más.
De pronto todo es rojo... sabe que es el sol que ha salido en alguna lugar lejos de su mundo, muy lejos. Sabe que tendrá que abrir los ojos y entonces tendrá que olvidar todo lo que vive en su mundo, tiene que borrar su memoria para poder vivir.
