-Yo, a las
arañas, y ¿tú?
-No
-También a
los aviones, y ¿tú?
-No
-¿Y a la
oscuridad?
-No
-A quedarme
sola. ¿Tú no?
-…
-Anda,
contesta.
-No,
tampoco.
-No te lo
creo, H, debe haber algo que te produzca miedo. No finjas conmigo ¿acaso no somos amigos? Cuéntame.
H permaneció
en silencio por varios minutos, continuamos caminando ya no me atreví a decir nada más.
Una cuadra
antes de llegar a la escuela me dijo:
-A la
memoria.
Yo no
comprendí y entonces descubrí otro miedo en mí: el miedo a preguntar, cuando la
respuesta pudiera no gustarme.