Fueron 29 días y no
era febrero… lo cierto es que se extendió hasta el primero que ya era del otro
mes. Al inicio el ala del avión se
tambaleo con mi miedo de que me olvides
pero la otra ala se estabilizó con mi miedo a olvidarte, paso más lo uno que lo
otro. No quise recordarte ni encontrarte pero huía y el viento me encontraba
llevando los retazos que de ti sacaba, tuve la impresión de que en otra vida enfriaste el lado
izquierdo de mi cama… para congelar mi sueño.
No sabía que los arboles podían ser tan engañosos creando tu rostro en
los atardeceres ni que el verde selva podía romperme el corazón tantas veces al
día… no me percaté que de mi lado no había pasado ni un segundo mientras que
del tuyo ya habían pasado siglos. En el aeropuerto recogí mis miedos, mi
desesperación y tus recuerdos antes que la maleta… en el camino recuperé esa
manía de pelear batallas perdidas.
En la noche creí escucharte y te busqué… claro que te
busqué, en los taxis indiferentes, en la multitud del coliseo, en el sonido
sordo del teléfono, en el grito de tu silencio, en el vacío de los pasillos…
solo encontré sus miradas llenas de lástima que se confunden con tu mirada que
nunca vi. Me la bebí toda, pero en el fondo de la botella tampoco estabas.
Las lágrimas intentaron explicarte con palabras lo que yo no
entendía, en ninguno de esos párrafos estabas ni estaba. Se me agotó el mes.
Fueron apenas segundos para lograr explicarte… pero fueron
años para llorarte y recriminarme. No alcanzó ni para decir basta ni para decir
vamos de nuevo.
Este año no tuvo 12 meses… por ese mes, el calendario tuvo
solo 11 meses…. Y a veces 11 siglos.