8.8.13

Imprevistos

Pensar que te busqué en esa hermosa lluvia, en la niebla, en el frío... Pensar que estabas allí, esperando que te encuentre. 



Hoy ha llovido tanto que por un momento pensé que el mundo quería ahogarme... puede que hasta yo misma deseara ahogarme. Lluvia en pleno agosto... En fin!!!
Debería haber seguido al Norte pero la lluvia me obligó a refugiarme en la parada del bus más bien al Sur. Refugiarme?¿ yo me sentía atrapada, me invadía la desesperación y la impotencia, de haber podido habría abierto el cielo con mis manos. Amaba la lluvia, es cierto, pero me estaba impidiendo estar donde debería haber estado, la opción era una pulmonía. 
No debía quererle más que mi salud por eso me quedaba ahí, eso era bueno, ya había estado comenzado a asustarme tanto amor. No verle ese día no iba a ser el fin del mundo, ni de lo nuestro... la impotencia comenzaba a calmarse pero me seguía sintiendo inquieta, a pesar de todo podría estar en casa metida en las cobijas y atorandome de comida y no muriendo de frió en una esquina.  
A parte de las gotas al chocar contra el suelo, el único sonido que escuchaba era el de mi reloj... el tic de cada segundo que se me iba y el silencio... ese silencio que era tal vez lo que me inquietaba.
Empecé a caminar... pero no me mojaba, sentía la lluvia.
Pienso que esos minutos bajo la parada del bus fueron resultado de la costumbre, esa odiosa costumbre a caminar bajo el sol... de ese miedo a caminar bajo la lluvia.
Porque me había acostumbrado a que la lluvia es eso que pone a los que están juntos mas juntos, a los que están lejos mas lejos y a los que están solos mas solos.
Pero yo no quería estar lejos... ni sola.