14.4.13

Sombras en la pared


Tu no ves lo que eres, sino su sombra.

Fue un mes negro, incluso llovió cada 2 de 3 días. Teresa siempre me llamaba a recordarme que mis cosas aún estaban en aquella casa, que las paredes parecían papel por la humedad y que uno de estos días la casa se venía abajo con mis acosas aun dentro.  Otras veces simplemente llamaba para comentar el futuro de tan desgraciado recinto, me recordaba que si bien a muchos les interesaba el espacio, nadie quería la casa y casi siempre me apremiaba a decidir qué hacer al respecto.
Yo no quería saber nada de ese asunto y a veces quería saberlo todo, porque quería creer que no tenía que regresar. No tenía, pero quería. Fue al termino de ese mes que decidí ir, sola, porque sabía que no iba a llevarme nada de ahí.
El solo vistazo del portón negruzco me hizo querer echarme atrás. En la pintura descascarada yo veía siluetas a veces mías, a veces suyas y otras veces de aquellos otros fantasmas que velaban mis sueños… mis pocos sueños en aquella casa.
Los escalones, 9 en total, tenían huella marcadas, como huellas en la arena… pero estas no se borraban. Podría haberlas reconocido, y no solo eso, podría haber contado de dónde venían y hacia donde iban, pero no… me limite a entrar.
La sala, o lo que quedaba de ella, me recibió, entendí a qué se refería Teresa las marcas de humedad eran la decoración principal y el color de las paredes apenas y se podía adivinar a través de ellas. Había sombrar sentadas en los sillones que invitaban a seguir, sombras en las cortinas que susurraban palabras muertas, huellas en los anaqueles que me saludaban.
Di la espalda a todo y seguí hacia el cuarto… apenas llegando a la puerta supe que no iría mas lejos. Ahí estaban, ahí estabas, ahí estábamos. En la cama, en el sillón, asomados a la ventana. Moviéndonos en las paredes, mi sombra amoldada a la tuya, circundada por las otras sombras. Los movimientos ya no eran como los recordaba, eran  más lentos, más débiles.
La humedad era más intensa allí, casi nada quedaba de la cama, apenas nuestras siluetas recostadas, los cuadros eran papel con tinta que se corría  y los recuerdos no eran más que esas formas opacas que se movían sobre las paredes…
…. Que cada vez se movían menos  y eran más solo sombras.