Me fui porque ya no podía seguir aquí. Y desde entonces no volví a pensar en este lugar, no volví a añorar los abrazos que deje esperando, las palabras que esperaba escuchar, los encuentros que esperaba vivir, las miradas que siempre esperaba encontrar… todo lo que esperaba antes de irme nunca lo volví a esperar.
Tampoco volví a vivir lo que viví aquí, no tuve esas noches de soledad, esas salidas de embriagues llenas de soledad, no volví a sentir mis hombros pesados, no volví a encontrarme soñándolo en medio de la noche, no volví a sentirme presa de mi realidad…
Se quedaron atrás los viejos hábitos, ya no tomaba ese jugo artificial en los momentos de ansiedad, tampoco los tres cafés del día. Ahora a mis sentimientos los acompañaba una sopa de verduras y un licuado de papaya… aunque aquí nunca me justo.
Si me hubiesen visto, me habrían encontrado sentada sola en un bar, redescubriendo el agualongo, mientras dejaba al mundo seguir su curso sin hacer el esfuerzo de unirme a él.
Morí el día en que me fui y jamás supe si volví a nacer.
Cuando volví, esperé encontrar mis recuerdos, mis costumbres, mi vida intacta. Pero descubrí algo diferente.
Ya no me gustaban los mismos libros, ya no lloraba por las mismas cosas, las calles ya no me parecían más que caminos de cemento, los rostros ya no me provocaban lo mismo.
Ya no sentía lo mismo por nada ni nadie. Porque en el tiempo no encontré el olvido sino que descubrí el cambio. Aprendí a recordar. A recordar sin ansias de olvidar. A recordar por medio de mis letras, ya no solo me desahogaba en el papel. Había transformado al papel en mi memoria.
Para ustedes no debía parecer muy cambiada pero para mí todos ustedes ya habían cambiado.
No me busques-te dije-No, en esos lugares en los que solíamos encontrarnos. Porque no me estarás buscando a mí. La buscaras a ella, a la que fui. Pero no encontraras a ninguna. Porque la una murió y a la otra ya no la conoces.
No me busquen, porque me fui…
No me busquen porque desde que me fui, supe que no iba a volver.
Tampoco volví a vivir lo que viví aquí, no tuve esas noches de soledad, esas salidas de embriagues llenas de soledad, no volví a sentir mis hombros pesados, no volví a encontrarme soñándolo en medio de la noche, no volví a sentirme presa de mi realidad…
Se quedaron atrás los viejos hábitos, ya no tomaba ese jugo artificial en los momentos de ansiedad, tampoco los tres cafés del día. Ahora a mis sentimientos los acompañaba una sopa de verduras y un licuado de papaya… aunque aquí nunca me justo.
Si me hubiesen visto, me habrían encontrado sentada sola en un bar, redescubriendo el agualongo, mientras dejaba al mundo seguir su curso sin hacer el esfuerzo de unirme a él.
Morí el día en que me fui y jamás supe si volví a nacer.
Cuando volví, esperé encontrar mis recuerdos, mis costumbres, mi vida intacta. Pero descubrí algo diferente.
Ya no me gustaban los mismos libros, ya no lloraba por las mismas cosas, las calles ya no me parecían más que caminos de cemento, los rostros ya no me provocaban lo mismo.
Ya no sentía lo mismo por nada ni nadie. Porque en el tiempo no encontré el olvido sino que descubrí el cambio. Aprendí a recordar. A recordar sin ansias de olvidar. A recordar por medio de mis letras, ya no solo me desahogaba en el papel. Había transformado al papel en mi memoria.
Para ustedes no debía parecer muy cambiada pero para mí todos ustedes ya habían cambiado.
No me busques-te dije-No, en esos lugares en los que solíamos encontrarnos. Porque no me estarás buscando a mí. La buscaras a ella, a la que fui. Pero no encontraras a ninguna. Porque la una murió y a la otra ya no la conoces.
No me busquen, porque me fui…
No me busquen porque desde que me fui, supe que no iba a volver.
